La Dama de Negro
Cuenta la leyenda que en un pueblecito perdido entre
montañas hace ya más de 50 años que algunos de sus habitantes han vivido
atemorizados por un hecho que cambió la vida del pueblo para siempre. Este
hecho, cuenta que en las afueras de la localidad, y casi escondido entre una
espesa arboleda, hay un edificio que fue un psiquiátrico. Cuando pasó el tiempo
el personal y los enfermos fueron reubicados en otros centros hasta que el
psiquiátrico se vació oficialmente. Pero, en el pueblo empezó a circular el
rumor de que a ciertos enfermos problemáticos, los habían “olvidado”.
Lo cual celadores del psiquiátrico habían confirmado, agregando que muchos
enfermos habían sido atados con correas a sus camas, abandonados sin alimento
ni agua, y sellando e insonorizando sus habitaciones para que nadie pudiera
saber nunca más de ellos.
Aunque la idea incluía demoler el edificio con enfermos
dentro. Esto no sucedió, condenando a sus inquilinos a una muerte segura y
horrible. Pocas semanas tras el abandono del edificio, muchos habitantes del
pueblo empezaron a oír feroces gritos por las noches que
provenían del edificio del psiquiátrico. Nadie quería hablar de lo sucedido
pues ¡Aquellos locos ya deberían estar muertos, llevaban más de un mes sin
alimento ni líquido, encerrados, atados!
La situación se complicó más porque cada noche desaparecían
animales de sus granjas y corrales y aparecían trozos de algunos de ellos por
el pueblo. Rastros de sangre salían desde las cercas del ganado conducían hacia
el antiguo psiquiátrico. Hubo quien, dijo haber visto por las noches a lo lejos
a una mujer vestida de negro, de aspecto fantasmal y armada con una
daga, destripar a los animales y llevarse muchos de ellos, para luego perderse
en la negrura de la noche camino del siniestro edificio.
Pasaron las semanas, y el ganado del pueblo seguía
desapareciendo, un día de fin de año los vecinos decidieron poner fin al robo
de animales, aunque esto fuese obra de un fantasma. Así que noche
tras noche montaron guardia en todos los corrales y cercados. Uno de los
vecinos que vigilaba encontró al ladrón con las manos en la masa y llamó al
resto de personas. Delante de ellos, había una figura tapada con una manta
negra, flotando a unos centímetros sobre el suelo, con una daga que movía de
forma habilidosa con una mano mientras con la otra decapitaba un pollo sujeto.
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